Escrito por Beservices

Publicado: (abril 2017)   |   Última modificación: (octubre 2022).

Pueblos abandonados, poblaciones envejecidas, calles por las que apenas corren niños… La llamada Serranía Celtibérica es lo más parecido a un páramo. Una situación que podrían enderezarse con la apuesta por políticas como el teletrabajo e infraestructuras acordes a dicha actividad.

Jordi Évole retrató recientemente en ‘Salvados’ el estado de una zona que comprende una gran extensión de este país. Estamos hablando de 65.000 kilómetros cuadrados (el doble de Cataluña) que recibe el nombre de Serranía Celtibérica, con una densidad de 8 habitantes por kilómetro cuadrado. El reportaje es estremecedor: una radiografía de una zona -que se reparte entre La Rioja, Aragón, Castilla-La Mancha y Castilla-León- que se muere. Sin polígonos industriales e infraestructuras, se ha convertido en un reducto donde solo viven las personas de edad avanzada. El resto, emigraron en busca de oportunidades. Una zona que, en buena medida, podría revitalizarse con una decidida apuesta por la tecnología y unas infraestructuras adecuadas. Ya hay ejemplos que demuestran la idoneidad de aquella combinación -la Montaña Palentina, sin ir más lejos-, que ha permitido repoblar pueblos antes abandonados o atraer a otros a gente joven para asentar allí sus raíces.

¿Qué se necesita? Tecnología e infraestructuras, decíamos. Porque la primera no tiene sentido ni razón de ser sin la primera. No se trata únicamente de mejores carreteras o simplemente carreteras, en algunos casos, sino también de posibilitar el desarrollo de conexiones locales wifi que permitan realizar prácticas como el teletrabajo. Y es que, el teletrabajo se ha mostrado como una práctica idónea para que las personas puedan ejercer su actividad sin necesidad de acudir a una oficina. Su día a día puede transcurrir en casa sin que, por ello, la productividad se vea resentida. Ejemplos hay de su exitosa implantación en zonas rurales, como ya se ha dicho.

Tecnologías como beCloud e infraestructuras, o ni eso. Basta una simple conexión de datos móviles para trabajar en remoto, y sobre todo para evitar que núcleos enteros desaparezcan y zonas enteras queden abandonadas. Raíces que se pierden, identidad que se olvida. Lo peor que le puede pasar a un pueblo.